Por: Jhon Medina
Fotografías: Cortesía Jhon medina.
“La Guajira
es una dama reclinada bañada por las aguas del caribe inmenso, y lleva con
orgullo en sus entrañas sus riquezas guardadas orgullo pa’ mi pueblo,
majestuosa encabezando el mapa cual pedestal representando un reino luciendo
con soltura y elegancia y una gigantesca manta y joyas de misterio. Esa es mi
Guajira engalanada que por años fue olvidada y hoy yergue grande”…Quien mejor
que Hernando Marín, poeta y compositor guajiro para definir en solo dos
estrofas de su canción La Dama guajira todo lo que representa la mágica tierra
donde comienza Colombia.
La Guajira es la parte más septentrional de Colombia y de Suramérica. Se
encuentra localizada en la Península de la Guajira, hace parte del grupo de los
departamentos que conforman la Región Caribe o común mente llamada Costa
Atlántica Colombiana, Limita
al norte y al oeste con el mar caribe, al este con el golfo de la hermana
república de Venezuela y en Colombia al sur con el Departamento del Cesar y con
el Departamento del Magdalena al suroeste[]. Su capital
es la ciudad de Riohacha.
La ciudad donde llegó el
Almirante Padilla muestra un gran colorido
en cada una de sus calles. Una gama de
tonos alegres, llenos de vida y con tonos de jolgorio y de fiesta forman parte de las apetecidas artesanías
tejidas a mano y pintadas por los wayuu, la comunidad indígena más grande de
Colombia la que toma pertenencia de lo que ha sido su territorio eternamente en
armonía con los demás. Artículos como mochilas, sombreros, mantas, manillas y
otros elementos artesanales que son bordados con sus técnicas aún presentes en
todas sus mujeres, una práctica que pese a los años y a la tecnología aun
mantienen vivo este legendario legado.
Este es solo el comienzo de
lo que muestra una ciudad que desea que Colombia y el mundo se deleite con otra
manera de vida, otros paisajes naturales, lugares quizá donde el hombre no ha
puesto su mano y sobre todo, otra alternativa para buscar el descanso y la
adrenalina. Un departamento rico en talento humano, con gente acogedora y que
si sabe tratar una visita, cuenta con el
Cabo de la Vela, algo así como un especie de desierto, una mina de carbón, la
más grande a cielo abierto en el mundo, otra de sal, la ventana comercial de
Suramérica, un pueblo donde residen árabes, tortugas, gas, flamencos, ríos,
lagunas, arroyos, diversidad climática, hermosa fauna, diferente flora y un
inmenso y azul mar Caribe con todos sus frutos, pero sobre todo
con un tremendo orgullo y unas ganas más grande que ese mar de ofrecer al
visitante más de lo que se tiene.
El
mágico recorrido comienza en la capital donde en la calle primera se encuentra
por doquier las camionetas cuatro puertas Toyota listas para ir al primer
destino que sería el gran e imponente Cabo de la Vela, donde como parada
obligatoria solo a un desvío por la carretera encontramos a Manaure la tierra
del gas, la sal y el flamenco, una población la cual procesa la sal frente al
mar y de forma manual casi rustica. Existen allí especies de lagunas
artificiales con agua de mar o también conocidas como charcas donde el agua va
desvaneciendo y la sal comienza a emerger. De allí se procesa para diferentes
fines y luego se comercializa. Se caracteriza por su blancura.
En la salina es notable una gran
montaña de sal que va cayendo de una estructura rustica metálica en donde es
innegable hacerse una toma fotográfica para la posteridad.
A unos cuantos minutos de
la misma carretera pero del lado derecho retomando el camino para el Majestuoso
Cabo, por obligación se tiene que entrar a Uribia capital indígena de Colombia
y quien fuera la primera ciudad del departamento de la guajira y que celebra
año tras año el Festival y reinado Wayuu, fiesta única en su especia pues se
hace de la mano con los habitantes de esta misma etnia pero que residen en la
hermana república de Venezuela mostrando las costumbres, las artesanías, los
mitos, las leyendas y hasta la belleza de la mujer wayuu pues también se elige
la mejor majayut (señorita) esa que esté lista para casarse y que demuestre que
sabe bordar y que conoce de su historia, eso y otros aspectos de esta milenaria
y rica comunidad indígena hacen de Uribia un enigma que vale la pena explorar.
Majayura
Retomando el camino a al paraíso como muchos le llaman a El Cabo
de la Vela se sumerge la vista en una
especie de desierto tan amarillo como el del tricolor nacional, y en ese inmenso territorio solo observa al
famoso árbol
de divivi quien pese a lo seco del sitio mantiene una que otra hoja verde igual
al verde de los cactus que le rodean, hasta que a lo lejos se
ve el puente de material un poco deteriorado por el tiempo, por el clima y por
el olvido y la indiferencia de muchos dirigentes guajiros que se han negado que
a estas tierras la visiten más a menudo. Después de esa estructura que ha
sobrevivido a todo se encuentra imponente y majestuoso Cabo de la Vela. Un pedazo de tierra meramente turística cuyo principal
huésped es el mar caribe. Cuenta con numerosas cabañas que reposan frente a las
aguas cristalinas de ese inmenso mar, pero si la idea es contemplar el
maravilloso paisaje de día o de noche se puede alquilar un chinchorro y dormir
al pie de una enramá o si bien más comodidad en cuartico de barro y bahareque
en una cama sencilla, acá el desarrollo turístico avasallador no ha llegado lo
que para muchos es justamente el encanto del sitio pero para otros que se
debiera explotar más, dándole la oportunidad de trabajo a muchos y que se este
paraíso se conozca aún más.
El Cabo de la vela está lleno de hermosos paisajes azules
enmarcados de mar, su brisa refresca el inclemente sol que alumbra los caminos
que conducen hacia la parte más atractiva cual
es el pilón de azúcar, una playa cuyo atractivo principal es que se
encuentra custodiada por una montaña que
tiene en su pico un altar de la Virgen María, Quien haya subido allí y haya
tocado esa imagen puede decir que estuvo en el gran cavo de la vela que
unificando las palabras de todos quienes lo han visitado se puede cerrar según
ellos en una sola frase, “es un lugar espectacular”.
Una vez conocido ese lugar espectacular, indiscutiblemente hay que
visitar El Parque Nacional de la Macuira es una experiencia única de elevación
montañosa existente en medio de un desierto en este caso ubicado en la Alta Guajira. Se puede describir como un oasis en donde se condensa el agua y se
crea un ecosistema único de un verde natural
y una gran biodiversidad.
Este lugar posee yacimientos de agua y es hábitat de tigrillos, micos, el gato
pardo, venados, chivos, guacharacas, mirlas y azulejos entre otras especies. El
acceso es totalmente gratis, además incluye durante el recorrido una caminata
que llega a la cascada de Porcina y los pozos aledaños, una experiencia
enriquecedora para todo amante de la naturaleza. El Parque no ofrece servicio de alojamiento, pero los indígenas
Wayúu, alquilan hamacas en sus ranchos, para los turistas.
Una vez de haber contemplado esa dos maravillas existentes en el
norte Guajira se regresa por la misma
vía y se llega a otro atractivo donde vale la pena hacer presencia e irse de
compras y es la vitrina comercial de Suramérica; Maicao, reconocida por ser
ciudad fronteriza y por tener la comunidad de árabes más grande de Colombia y
por ende la mezquita más grande de Latinoamérica, sumado a eso su catedral San
José y las Lagunas de Majayura. Para la época de los 80 Maicao fue un fuerte
polo del comercio nacional y escenario donde el contrabando fue evidente y
reconocido. Pese al tiempo y a muchos cambios aún se mantiene como ciudad
comercial donde se puede encontrar todo lo relacionado a lencería, juguetería,
perfumes, ropa importada y licores a cómodo precios.
De Maicao se toma la vía derecho a la troncal del Caribe y
entramos al municipio de Dibulla es casi una hora de camino para encontrar otros de los
espectáculos naturales que puede regalar la madre tierra y es el Santuario de Flora y Fauna de los Flamencos,
esta especie de resguardo, se encuentra en un área rodeada por lagunas. Allí la
idea es acercarse a los flamencos o flamencos rosados que se encuentran
reunidos en un manglar a unos 30 minutos de la playa en una lancha empujadas
por los pescadores que también prestan el servicio de guías. Es un sitio seco y
tropical con selva y bosques montañosos. Del santuario se camina media hora y
se encuentra las maravillosas playas donde se puede observar cómo se besa el
rio y el mar y así en las chozas donde se puede comprar comida y bebidas
cómodamente pasar un rato agradable con familiares o amigos.
Volviendo a la vía, retomando la troncal del caribe, se llega a
Riohacha, la capital de la península y del departamento de La Guajira, ubicada a 1.121 kilómetros de Bogotá por vía
terrestre, utilizando la que está a las orillas del Mar Caribe. Entre sus
sitios predilectos y que valen la pena visitar son: la catedral de Nuestra Señora de los Remedios, el Monumento a Francisco el
Hombre y el muelle Turístico, entre otros atractivos.
Riohacha presenta una buena oferta de artesanías guajiras como hamacas,
chinchorros, guaireñas, mantas, hamacas, sombreros, entre otros objetos,
apreciados especialmente por su colorido y sobre todo la calidad hechas a mano
y con la técnica milenaria wayuu. El aeropuerto ofrece vuelos diarios a otras
ciudades del país y tres hoteles con total comodidad para hospedaje, con buena
comida, habitaciones confortables a costos razonables. Y con planes que cubren
la visita a los sitios ya mencionados.
Sin duda alguna el viejo y famoso Muelle turístico de la ciudad, que fue construido en 1937 y cuenta con 12000 metros
de longitud. Se convierte en la imagen insigne pues no hay fotos referentes a
la capital donde no aparezca este noble monumento. Por el se hace un hermoso
paseo peatonal en donde el turista disfrutará de la suave brisa. Mirando de
frente el ímpetu del mar caribe y la
sagacidad de los bañistas que ofrecen un espectáculo de saltos que maravillan y
sorprenden al visitante.
Un sector obligado por propios y extraños es la Plaza de Padilla; es el lugar de encuentro predilecto por los riohacheros para disfrutar del
atardecer. Dentro de su hermosa arquitectura se halla un monumento al Almirante
Padilla. Este sitio es sinónimo de libertad y tranquilidad.
Entre otros monumentos uno de los de mayor representación por la connotación
del ritmo vallenato y es el de Francisco el hombre, quien según la historia
derrotó al diablo cantándole el padre nuestro al revés acompañado de su
acordeón y que comenzó en Riohacha y a
lomo de burro llevó este género hasta el Valle de Upar, sitio en el cual hoy
día se hace el máximo evento de la música vallenata del país. Este se encuentra
ubicado en el round point de la calle 15.
Y Obviamente no podemos dejar de lado lo que más gusta y es el
paseo por la playa utilizando la calle primera o avenida la marina ya sea en el
amanecer o atardecer o en caso tal irse a bañar o simplemente a contemplar el
paisaje que brinda una tierra que desea con ansias ser más tenida en cuenta,
por los turistas y por el propio gobierno nacional.
Luego de saber un poco más acerca de la historia de la península
Guajira un plan diferente es irse a pasar un día de Ranchería Wayuu Algunas de estas familias o castas han creado un producto turístico para
que los viajeros o visitantes conozcan más
de su cultura. Es así que a las afueras de la capital del departamento
se concentran algunas. El visitante como el friche, plato típico wayuu, bebe
churro o chirinche, visitan las casas hechas en barro, las artesanías,
presencian el ritual del baile la yonna, los deportes de la etnias y otros
eventos que sin duda hacen de este paseo
un interesante recorrido por una comunidad milenaria y mágica llena
mitos y muchas leyendas y que están dispuestos a compartir con el arijuna
(hombre común) y así mostrar al mundo una cultura que se niega a morir pese a
los tiempos y a los inventos del hombre.
Luego de pasar
todo un día en las rancherías wayuu a las salida de Riohacha, se toma la vía
hacia el sur del departamento llegando a un sitio extremadamente sorprende y
son las Minas del Cerrejón, la mina a cielo a vierto más grande del mundo ubicado en la
península Guajira, al noreste de
Colombia y de Suramérica. Cerrejón posee un departamento que se encarga de
mostrar cómo es su proceso de explotación, exportación y reforestación de las
tierras explotadas mostrando a la comunidad su compromiso con el medio
ambiente. Todo esto por medio de un tour que el turista previo a la visita
podrá solicitar en grupo de lunes a sábados todos los días en horas de la
mañana. Cerrejón gracias a su trabajo bajo las premisas de seguridad, calidad,
competitiva y productiva se ha convertido en uno de los proveedores de mayor
credibilidad en el mercado internacional, consolidándose así como:
"Operación de Clase Mundial" que ha traído progreso y bienestar mejorándole la calidad de vida a los
guajiros y un buen posicionamiento de
Colombia en el mercado internacional del carbón.
Una vez de presenciar la mina a cielo
abierto más grande del mundo se continúa el recorrido hacia el sur, hacia la
provincia, tierra mágica y llenas de muchas leyendas todas en torno a la música
vernácula el Vallenato, se pasa por Cuestecitas tierra de la almojábana y los
queques un producto que se adquiere en la Y paso obligado del norte hacia el
sur.
Inmediatamente se llega a Hatonuevo la
tierra de Leandro Díaz, el compositor a quien Dios le dio la dicha de componer
sin a ver llegado apreciar la luz del mundo y que hoy por hoy es uno de los
juglares vivos del vallenato. Su atractivo principal es el pozo, un balneario
cuya agua viene directamente de la sierra nevada y en donde reza la concepción
que quien ahí se baña regresa al pueblo. Se celebra cada julio mes de la Virgen
del Carmen el festival y reinado de la Amistad donde se dan cita grandes
exponentes de la música de caja, guacharaca y acordeón y la cita cada julio de
la belleza de la mujer de los 13 municipios quienes compiten por una corona a
la más bella.
A pocos minutos se tropiezan con la
tierra amable Barrancas, la tierra del festival y reinado nacional del carbón
donde cada octubre se dan cita verseadores, compositores, acordeonistas y
conocedores del vallenato. Es un evento de alto rango ya que reúne la belleza
nacional entorno al reinado del máximo producto que se extrae de esta mágica
tierra “el carbón”.
Siguiendo la ruta, se llega a Fonseca
la tierra de Carlos huertas, donde cada agosto se lleva a cabo el festival del
retorno y cuyo lema es “Fonseca volver a ti, es repetir la dicha de nacer” un
evento donde cada año se repite el ritual de todos aquellos que una vez se
marcharon del pueblo por motivos diferentes y que precisamente para esa fecha
regresan y los bautizan. Todo esto en el marco de competencias musicales y las
presentaciones de las mejores agrupaciones vallenatas y orquestas nacionales e internacionales.
Se pasa luego por
Distracción que ofrece el mejor balneario del sur “el silencio” con un
extenso recorrido del uno de los afluentes del rio ranchería y que se convierte
en el paseo obligado de cada fin de semana y que vale la pena compartir con los
turistas nacionales. Festeja cada año su festival de los Laureles, un evento
alegre y en el cual la esencia gira entorno de la música vallenata.
A 15 minutos de ahí y en la misma dirección del sur se topa con la
tierra de las reinas y los compositores, San Juan del Cesar, popular porque de
ahí han sido las únicas dos reinas nacionales y porque cada diciembre se premia
la mejor composición vallenata, posee corregimientos que ofrecen hermosos
lugares como la junta, la peña, lagunita entre otros sitios importantes y pocos
conocidos.
Retomando el recorrido llegamos hasta Villanueva, la cuna de
grandes exponentes de la música vallenata, como es el caso de la dinastía
Zuleta máximos exponentes del género. Villanueva celebra cada agosto su
festival Cuna de Acordeones, el festival más importante de música vallenata en
el departamento y que además de contar con la nomina de conjuntos vallenatos y
orquestas nacionales, se dan cita en su plaza Escolástico Romero Orquestas
internacionales.
Y así se recorre todo el departamento pasando por el Molino,
Urumita y la Jagua del Pilar municipios que también tienen sus atractivos y
como los demás reúnen las condiciones necesarias para que sean dignas de ser
visitadas por turistas nacionales e internacionales.
La Guajira tierra exuberante y exótica, otro destino
turístico.
La cultura Wayuu para mí tiene un valor especial. Les admiro en muchos sentidos y afortunadamente he tenido la oportunidad de visitarles en algunos de los lugares que se describe Jhon Medina en este trabajo. Además tuve la dicha de que una nativa de Cabo de la Vela viviera en mi casa durante algunos años y sembrará en mí unas ganas inmensas de visitarle y vivir en carne propia las maravillas que ella describía con tanta alegría y emoción al recordar su pueblo natal. Además la forma en que lo describe Jhon me impulsa aún más el deseo de ir muy pronto...
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